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El agua, el acelere, la cantaleta típica… “no salga que eso está muy peligroso”, la agitación del cuerpo, buscar la pinta y la maleta para ir preparada … recordemos las andanzas en la Universidad Pedagógica Nacional. Hay que ir a la marcha.Recordar esos tiempos, los olores de la lucha estudiantil en los que se mezclaba la madera de las fogatas para dispersar el efecto del gas, llevar los maderos de los pocos árboles que hacían parte de nuestro campus. Usar pupitres que durante horas resguardaban todo tipo de texturas y cuerpos, que con diferentes posturas se resistían al disciplinamiento y sujeción del mobiliario del espacio educativo; para armar barricadas que frenaran a las tanquetas que buscaban arrastrar todo a su paso… pupitres que pasaban de inmovilizar cuerpos a inmovilizar tanquetas. Pero ya no son tiempos de pedreas en la universidad, ya son otro tipo de barricadas que a través de distintas materialidades expresan resistencias y la indignación de quienes en su lucha diaria viven en sus cuerpos y subjetividades los efectos de un sistema necropolítico y la precarización de nuestras existencias… ¿Qué hacer? ¿qué llevar?
Empaco en mi mochila (¿Debería llevar mochila?) documentos, cámara, botella de agua con bicarbonato y la leche, la infaltable y siempre fiel leche que corta los efectos del gas sobre la piel. Un poco de leche para mi desayuno, siento cómo recorre mi cuerpo, me encanta la



leche porque me lleva al recuerdo de mi infancia, devengo leche mientras me preparo para salir a marchar… la llevo conmigo como esa amiga fiel que nos ayudará en medio del mierdero de los gases, refrescándonos, recorriendo cada uno de los poros afectados por el gas, limpiando pa’ seguirle poniendo la cara y la voz fuerte al paro, conectando a quienes estamos en la marcha como una forma de autocuidado y cuidado del otro a través de este líquido vital que trasciende su papel como alimento fundamental de la nutrición, para acompañar las demandas y movilizaciones colectivas. Líquido blanco que emerge de la vaca y su microbioma estomacal para llegar a la cocina … de la cocina con sus pocillos, a las calles en la piel de quienes se manifiestan contra la injusticia.
Tacones altos, cintas de peligro, cabellos largos, desnudez y movimiento... cuerpos trans-gresores, interpeladores, desafiantes con sus movimientos y sensualidad ...
¡VIVA LA GUARACHA COMBATIVA!